El día que Xavier Sardà hizo la comunión, le echaron la bronca por convertir una galleta en una hostia y azucarar “el cuerpo de Cristo”. Cincuenta años después, bromear con la causa separatista le ha supuesto otro conflicto 'religioso' en su Barcelona natal porque, cronista marciano dixit, allí se “abruma al diletante y se excomulga al discrepante”. Y él es uno de ellos.
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