Poseedor de una envergadura muy superior y de puntiagudas hileras de dientes, el congrio creyó que la pieza, un pulpo de unos dos kilos de peso, era pan comido. Pero el congrio erró en esos apresurados cálculos. Salió de la guarida, sumergida en la ensenada de A Freitosa (Isla de Ons), directamente a por el pequeño cefalópodo. Y tras acertar en la envestida, a partir de ese momento nadó a merced de la que debía ser su presa. David contra Goliat.
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