La historia ha ocurrido en una prisión cercana a Iasi, en Rumanía. Raluca Dionescu, una mujer que se quedó embarazada mientras trabajaba en este centro penitenciario, ha interpuesto una demanda de paternidad contra seis presos porque no sabe quién puede ser el padre del bebé. Los reclusos, que tienen edades entre 24 y 35 años, tendrán que someterse a una prueba de paternidad por ADN. Raluca, que trabajaba como empleada de limpieza de la cárcel, ha dicho que "no pudo resistirse a los hombres" porque no cree "que sean criminales".
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