Uno de cada dos chavales gitanos estudia en centros con elevada presencia de compañeros de su misma etnia. La segregación residencial influye, pero ni mucho menos explica por qué los estudiantes gitanos se concentran en determinados colegios e institutos. Aunque las autoras se muestras cautas a la hora de interpretar los resultados, el estudio empieza a perfilar la dimensión de un problema que, según los expertos, nuestro país ha normalizado.
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