Es el mayor yacimiento europeo de ámbar del Cretácico, y se halla a pocos kilómetros del mar Cantábrico. Entonces, hace 110 millones de años, la resina de los árboles –quizá Pinus succinifera– atrapó, al derramarse por la corteza, numerosos insectos, hoy casi intactos en el interior de esa resina solidificada: el ámbar. Estas inclusiones fósiles no sufrieron el encogimiento habitual que causa la deshidratación de un ser vivo; por el contrario, conservan su estructura celular y hasta fragmentos de su ADN... (Incluye foto de un ejemplar)
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