Menuda la que le han liado a 'Estirando el chicle'. Las quería matar el mismo segmento de público sediento de virtud moral que habitualmente ataca a gente que no son ellas. Al final es siempre lo mismo: cuando la moralina invade la cultura, el cuento termina igual en la Ginebra de Calvino que en el mundo de golosina de los creadores de contenido inclusivo de internet. En términos contemporáneos, woke devora a woke.
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