El volcán de Cumbre Vieja sigue rugiendo sin cesar. Debajo, el magma que se había acumulado a varios kilómetros de profundidad busca su camino hacia la superficie, acompañado de sismos, gases y deformaciones del suelo. El final de la erupción dependerá de la evolución de este líquido formado por roca fundida a más de 1.300 ºC.
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