Si quieres que te deban un favor, pide un favor. Suena contraintuitivo, pero, al parecer, funciona. Y, además, te llevas dos favores por el precio de uno. Algo así como lo que decía el Tolstói: «No queremos a las personas por el bien que nos hayan hecho, sino por el bien que les hacemos». Este fenómeno psicológico se denomina efecto Franklin, y solo es efectivo si se piden favores pequeños.
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