Iván Espinosa de los Monteros y su esposa, Rocío Monasterio, hicieron en 2008 una nueva obra sin licencia en un chalé. Compraron una casa muy cerca de la otra, la reformaron, vivieron en ella y luego la vendieron en 2010. Con el mismo truco utilizado en casos anteriores, se limitaron a pedir una licencia para obras de conservación, un tipo de trabajo menor, se desentendieron de la tramitación y entretanto hicieron las obras. Monasterio fue la directora del proyecto, aunque entonces no era arquitecta. Es el undécimo caso de irregularidades.
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