De lo que se narra a continuación se podría hacer una tesis doctoral o revivir a Ortega y Gasset, que para estas cosas siempre tenía un discurso, especialmente sobre Cataluña, que, según decía, para los demás era un problema que sólo se podía conllevar y para sí misma representaba la historia del “quejido incesante” de un pueblo que quiere ser lo imposible: “una pequeña isla de humanidad arisca” enfangada siempre en el asunto de su soberanía.
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