La presión fiscal de España en el año 2012 fue del 33,3% del PIB mientras que la del resto de Europa fue del 39,5%. Más de seis puntos sobre el PIB de diferencia que, en caso de suprimirlos, le permitirían a Hacienda recaudar más de 60.000 millones de euros adicionales y acabar con el déficit público. La respuesta, pues, parece obvia: hay que equiparar fiscalmente a España con Europa y… problema terminado.
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