Cuando allá por septiembre de 2022 la viruela ovina y caprina llegó a España poniendo fin a una racha de 50 años libres de la enfermedad, los ganaderos podían prever complicaciones. Sobre todo aquellos dedicados a exportar a otros países. Lo que seguramente pocos se imaginaban por entonces es que casi 21 meses después y pese a haber recuperado su antiguo estatus de productor seguro, aún seguirían arrastrando las consecuencias del virus en un mercado clave: el de la lana.
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