En 2002, el abogado Carlos Sánchez era catequista en la vicaría VI de Madrid cuando saltó el escándalo de un cura pederasta en su parroquia. Pese a sus denuncias, el sacerdote, Rafael Sanz Nieto, fue trasladado de iglesia y luego enviado a un monasterio. Los catequistas, que acudieron al cardenal Rouco Varela en busca de ayuda, fueron expulsados de sus cargos y el silencio se implantó en la diócesis. Aquel suceso llevó a Sánchez y otros compañeros a crear la asociación Iglesia sin Abusos.
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