Sé que la sombra puede aparecer en cualquier lugar, pero es tan endeble y tan joven, tan poca cosa, tan mínima, que estoy segura de que no podrá hacerme nada. Les digo a mis familiares y amigos que no tienen de qué preocuparse. Cuando aparece en mi lugar de trabajo, golpea el cristal y se queda allí plantada, le pido que se vaya. También lo hago en librerías, salas de teatro o salas de conciertos a las que acude porque sabe que va a encontrarme. La sombra ha estado sentada muchas veces en primera fila si he tenido que dar una charla.
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