El cálculo consiste en dividir la presión fiscal (es decir, el peso de los impuestos recaudados sobre el PIB) entre el PIB per cápita, tras lo que se multiplica por 1.000 el resultado. De esta forma obtenemos un valor que nos da el nivel de esfuerzo fiscal que asumen los contribuyentes, permitiéndonos comparar los niveles de tributación de los distintos países y brindándonos un resultado más ajustado a la renta del ciudadano medio.
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