No existen precedentes. Pueden hacer encaje de bolillos para buscar algo que se le aproxime, que tampoco existe. Un vicepresidente del Gobierno que de forma sistemática es acosado por unos fascistas en la puerta de su casa donde viven tres niños pequeños. Tres meses, día tras día, una camarilla de escuadristas con morriña de sus camisas azules y la boina roja que añoran los tiempos en que aquellas visitas a las viviendas de un rojo acababan con una visita furtiva a una cuneta y la vuelta a su casa a pegar a sus esposas mientras se emborrachaban
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