Miles de prisioneros del franquismo fueron explotados por el Estado e importantes empresas en lucrativas obras y contratas. Uno de ellos, el anarquista Félix Padín, ha enviado su testimonio a la ONU y a la jueza argentina que investiga los crímenes de Franco. A sus 97 años ha vuelto al campo de concentración de Miranda de Ebro, en el que le recluyeron, para contar su sufrimiento como condenado a trabajos forzados.
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