Corría el año 9.000 A.C. cuando un artista decidió tallar el acto que mueve al mundo. El escultor primitivo fusionó dos cuerpos en uno, o más bien decidió sacar dos cuerpos de una sola piedra por lo que, finalmente, quedaron muy unidos, tanto por la boca como por sus partes íntimas. Lo primero indicaría que, por aquella época, los seres humanos ya se besaban y lo segundo demostraría una vez más que tan solo la cópula y los espejos eran capaces de reproducir la fealdad de este mundo. La obra fue hallada en la cueva de Ain Sajri cerca de Belén.
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