A partir de ahí, la conversación se silencia en mi memoria, los gestos se ralentizan y las sensaciones físicas vuelven a mi piel. Siento una mano en el pecho, en MI pecho, juraría que en mi teta derecha. Bajo la mirada para ver de dónde ha salido esa mano indecente, es de hombre, tiene pelos en los dedos, sigo el recorrido por el brazo, paso por el codo, el hombro, cuello, oreja, cara y ahí están sus ojos, que me miran sonrientes y libidinosos. - ¿Qué haces? (Le digo al director).
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