Vivo en Chueca y no tengo hijos. No sé lo que es tener en casa un chaval/a de 20 o 25 años, buen chico estudioso, responsable, sensato, que cada viernes y sábado se despide con un beso y me promete cuidarse y no llegar tarde. No sé lo que es sentirme intranquila intentando convencerme a mí misma de que no hay nada que temer. No tengo esos problemas, no es mi hijo.
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