Majestad, me dirijo a usted para darle mi enhorabuena por lo que, sin duda, ha sido una gran noticia. Sería injusto negarle el derecho a alegrarse por una sentencia favorable a sus intereses. Es lógico que la inversión realizada en uno de los bufetes de abogados más caros y exclusivos del país, junto con la involuntaria (sin duda) influencia que haya podido tener su origen familiar en el ánimo de fiscales y jueces, hayan dado como fruto una resolución beneficiosa para usted.
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