Los trabajadores de la economía del conocimiento no necesitan tantos mandos. Hacen falta nuevos líderes, pero sobran los simples dirigentes controladores que justifican su puesto en organizaciones con estructuras jerárquicas y sobredimensionadas. Las empresas modernas con más cultura y preparación exigen menos supervisión y más entornos que capten, fidelicen y motiven el verdadero talento.
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