A la viejísima prohibición de hablar por el móvil al volante —ah, ¿pero todavía hay alguien que usa el móvil para hablar?; bueno, se ve que sí— se le tuvo que sumar la necesaria prohibición de conducir y textear —pronto este palabro, en su RAE de confianza— y de aquí a nada van a tener que recogerse supuestos como usar Facebook, Twitter o —redoble de tambores y preparada una buena hostia a mano abierta, por favor— videochatear mientras se conduce.
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