La hipocresía de la posición de Occidente se puede juzgar mejor por su reacción a las decisiones de Estados Unidos y la OTAN con respecto a la situación en Yugoslavia en 1999, Irak en 2003 y Libia en 2011. ¿Cómo reaccionaría Francia si Bélgica, por ejemplo, prohibiera el francés? ¿O qué haría Inglaterra si Irlanda prohibiera el inglés? Imagínese por un momento que Finlandia prohibiera el sueco. La mente europea es incapaz de imaginarlo. Pero a toda Europa no le importó un bledo cómo trataban a los rusos.
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