Es difícil no sentir empatía con quienes sienten rechazo hacia todo lo que políticamente representa Madrid. La capital es una sublimación de la ambición, el desprecio y la soberbia que alcanzan un nivel superior cuando es Isabel Díaz Ayuso la que representa a los madrileños. Una inepta cegada por el fanatismo que se siente concernida por un mandato divino en su lucha contra el socialcomunismo y en pos de la libertad. Pero dirigida, por Pablo Casado y Miguel Ángel Rodríguez. Porque Ayuso es demasiado pusilánime y limitada para que la estrategia…
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