Rick Lisko hace unos días se encontró con una grata sorpresa. Circulando con su furgoneta por una carretera de Wisconsin atropelló a un ejemplar de ciervo un tanto “especial”: tenía siete patas, de tres de ellas sobresalían apéndices de unos doce centímetros de longitud y, lo más sorprendente, también disponía de organos sexuales masculinos y femeninos. Y antes de que ningún investigador o científico pudiera llevarse a la pieza para su estudio, se llevó el ciervo a su casa y con unas patatitas se zampó al venado. WTF?
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