"Un paraíso soñado para toda la humanidad, donde la felicidad nunca termina". Esta era la carta de presentación de Forest City, una vanguardista ciudad levantada al sur de Malasia que pretendía ser una avanzada urbe futurista, inteligente y ecológica. Cuando estuviera lista, según sus creadores, iban a vivir cerca de un millón de personas. Ocho años después es una ciudad fantasma, una suerte de complejo vacacional abandonado, donde pocos viven y menos quieren hacerlo. Y los que lo hacen se sienten atrapados y quieren vender su vivienda
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