"Mi abuela de 92 años aún recuerda emocionada el día en que entraron en su casa y se lo llevaron. No volvió a verlo vivo. No supo cuándo, cómo ni por qué. Hoy, gracias a la Ley de Memoria Democrática, hemos tenido acceso al pasado. Y mi abuela ha podido desbridar la herida y saber algo más del final de su padre".
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