Cuando Maxey era estudiante de medicina en la Universidad de Michigan, su primera esposa, enfermera en una clínica de fertilidad, lo persuadió para que empezara a donar semen destinado a parejas que no pudieran concebir hijos. Su semen era muy valorado por la clínica, dado que resultó tener altas chances de producir embarazos. Le pagaban US$ 20 por muestra, pero Maxey afirma que lo hacía más por un sentido de altruismo y un fuerte instinto paternal. [...] Según sus propios cálculos, Maxey es el padre biológico de 400 chicos.
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