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El Hombre de la Jungla

Debieron llegar al mundo de los tebeos aproximadamente a la hora de la merienda, porque la pantera negra lanzó un rugido, o tal vez fue su estómago que tenía hambre y gruñía pidiendo manduca, y se lanzó hacia ellos como se puede uno tirar del trampolín de una piscina. No, no tapándose la nariz y dando en el agua con la espalda o el trasero, sino con las patas delanteras extendidas, los dientes y colmillos brillando, los ojos encendidos. Para hacer una foto, una pose de premio. Para que te caiga encima, una situación de espanto.

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