Washington ordenó la semana pasada esta suspensión, que afecta a 1.800 bombas de unos 900 kilos y otras 1.700 más ligeras, de alrededor de 226 kilos. Al Gobierno norteamericano le preocupa especialmente la utilización de los artefactos más pesados y “el impacto que podrían tener en núcleos urbanos con gran densidad” de población, como ha explicado un portavoz del Ejecutivo a distintos medios, entre ellos CNN, recoge Europa Press.
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