Han pasado cuatro años de la fundación de la editorial, cuarenta y siete libros, alguna que otra mentira, coqueteos con la bancarrota y decenas de profecías incumplidas. Y ellos siguen, sin darse palmadas en el pecho y arrugando la nariz cuando les llaman emprendedores. Suficiente hay con contar historias y perseguir a los Thompson y Wolfe patrios para que el «periodismo narrativo» o «periodismo de no ficción» deje de ser solo una joya que exportar.
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