Una de las estrategias utilizadas por los edificios energéticamente eficientes consiste en ser lo más estancos posibles, limitando la circulación de aire al mínimo para evitar pérdidas energéticas. Una investigación señala que es necesaria la ventilación, de otra forma el estancamiento del aire en el edificio puede provocar altas concentración de radón, un elemento cancerígeno.
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