La economía, como el síndrome de la mujer de Lot, se ha convertido en una estatua de sal. En la última década, apenas ha avanzado. Los viejos problemas siguen ahí ¿Por qué unas naciones son ricas y otras pobres?, se preguntó en su día Rondo Cameron, el historiador económico que mejor ha analizado el desarrollo económico del planeta. La respuesta que dio, en realidad, fue la no respuesta: nadie lo sabe. De hecho, si el mundo conociera la fórmula exacta, los países pobres aplicarían las recetas de las naciones ricas y santas pascuas.
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