Un desierto con recompensa azul: esa podría ser la definición de las dunas de Maspalomas, en Gran Canaria, un tesoro natural de primera división por su singularidad y extensión, un horizonte difícil de olvidar con la Playa del Inglés como punto de ebullición. Y ahora está viviendo su mejor momento, según afirman quienes más saben: "El cambio más obvio que ha sufrido el paisaje dunar durante estas semanas de confinamiento ha sido la aparición de las ondulaciones o ripple marks en la arena, de manera que la mejoría estética ha sido espectacular".
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