El país analiza los hechos previos al mayor recorte de derechos scoiales de la democracia. El presidente que se juramentó para no tocar las prestaciones sociales en medio de la tormenta de la crisis y que se aferró a la paz social como un salvavidas con el que salir a flote en plena recesión, descendió el pasado miércoles a su particular infierno para anunciar la reducción de unos gastos que, hasta ese momento, eran sagrados e intocables. "No había alternativas. Había que hacerlo y lo hizo. Estaba determinado", cuenta un ministro.
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