Es hora que aquel derecho a la ciudad -a la calle- que reclamamos, lo exijamos también para los niños y niñas, aunque sea porque vuelven a ofrecernos un modelo de lo que habría de ser una apropiación lúdica autogestionada y creativa. Una posibilidad siempre abierta de volver a ser, nosotros también, en la calle, niños y niñas.
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