A muchos nos va bien comprar un domingo, pero muy pocos están dispuestos a trabajar ese día. ¿Cómo es posible que como consumidores tendamos a normalizar una dinámica que como trabajadores no estemos dispuestos a asumir? Miramos con pena a la cajera o al dependiente mientras hacemos nuestra compra y en esa contradicción reside la clave, porque el neoliberalismo hace que nos oprimamos los unos a los otros. Las largas jornadas, los turnos desestabilizadores y el agotamiento laboral, hace que nos venga bien comprar los domingos y esta compra domin
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