La víctima es una mujer que tiene reconocido un grado de dependencia y cuenta con una plaza concertada en una residencia de adultos de la asociación Aspapros, donde durante meses recibió un trato “degradante” y “discriminatorio” con respecto al resto de los usuarios. Los acusados no le prestaron la atención que debía recibir un usuario de la residencia, “tirándole de malos modos la comida”, sin respetar su intimidad cuando hablaba con su familia, y sin permitirle participar en las actividades lúdicas que organizaba el centro.
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