El pequeño luso que se presentó hace dos meses a Galicia explicando que coleccionaba envases de plástico porque se los iban a cambiar por una mano, acaba de completar el álbum. «No hay palabras». Es el salvoconducto de Diogo Farinhoto y la primera expresión de una madre a la que le acaban de confirmar que ha pagado el sueño de su familia.
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