La mayoría de las partidas del presupuesto siguen intactas, no sea que pase algo si las tocamos. Entre ellas se cuentan, por supuesto, Casa Real (que el Rey está delicado del pulmón, no vayamos a darle un disgusto), las ayudas a la iglesia católica (no sea que sin ella los niños entren desorientados en la edad adulta, puesto que nadie les habrá iniciado en el terreno sexual) y el gasto militar.
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