Los equipos punteros no sólo deben más de 700 millones a Hacienda, sino que han seguido beneficiándose de un inmenso tinglado que va desde quinielas y derechos televisivos, hasta recalificaciones urbanísticas, patrocinios equívocos, préstamos privilegiados y subvenciones oficiales. Salvo Hacienda, nadie ignoraba que los cuantiosos ingresos de las estrellas del fútbol se evaporaban en paraísos fiscales. Ahora, por fin, los hombres de Montoro han caído del guindo.
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