Los cerebros de las personas anoréxicas y los de las obesas tienen "cableados" distintos, según una nueva investigación, en la cual se ha comprobado que el modo en que nuestro cerebro responde a la comida difiere de maneras muy distintas según la persona. Esta amplia gama de conductas alimentarias abarca desde la pasión por darse atracones hasta la aversión a ingerir comida.
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