Ya ha pasado el circo AC/DC, ya podemos respirar mejor. El grupo australiano posee una mefítica capacidad para multiplicar el número de falsarios, impostores, poseurs. Hablo de gentes cool que se apuntan para darse un baño de primitivismo, junto a los fans militantes. Y de personas de vida reglamentada que sienten la nostalgie de la boue y recuperan un incierto pasado heavy, que ahora se certifica con la compra de unas entradas caras y una camiseta que causará sensación en la próxima barbacoa de la urbanización.
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