A principios del año 1998, se produjo una ola de desalojos en el barrio de Sants de Barcelona. Uno de estos fue el de la vivienda bautizada como La Totxana. La protesta en respuesta al desalojo finalizó con una escena que quedó grabada en la retina de las manifestantes: Jordi y sus hombres esgrimieron las pistolas para generar pánico y carreras. A partir de ese momento, la lista de despropósitos del mando y su grupo creció sin cesar.El objetivo de las presiones era conseguir que filtra información sobre la actividad de militantes del movimiento
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