La novela de Charles Dickens, La pequeña Dorrit, se desarrolla en la prisión de Marshalsea, donde estuvo encarcelado su propio padre y un lugar que conocía bien. Esta famosa prisión de 500 años de antigüedad albergó a deudores, piratas, contrabandistas y otros indeseables. Durante siglos, no hubo servicio penitenciario en Inglaterra. Las prisiones no solo estaban a cargo de la casa real y sus sirvientes, sino también de la Iglesia, organizaciones de empresarios locales y también de aristócratas y otros individuos.
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