Tanto en 1095 como en 1146, años de las dos primeras cruzadas, en Europa hubo mucha hambruna y muchas enfermedades. Los testimonios muestran que lo que llevaba a mucha gente a abrazar la cruz era la desesperación, no la piedad. En los ejércitos cruzados más grandes, las tensiones sociales eran evidentes, y surgieron visionarios que dieron voz a la mirada de los pobres. Por supuesto, estas familias campesinas viajaban a matar campesinos musulmanes y tomar sus tierras y sus hogares, así que es difícil definirlos como revolucionarios inspiradores.
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