Le Corbusier aceptó reconstruir la Capilla de Ronchamp, en el este de Francia, destruida por los bombardeos durante la guerra, y la finalizó en 1955. El arquitecto francosuizo recreó así, en la cima del monte de Bourlémont, “un lugar de silencio, de rezo, de paz, de alegría interior”, según su propia definición. Este remanso de paz sufrió sin embargo el ataque de unos vándalos el pasado viernes, que dejaron en mil pedazos la gran vidriera principal de la capilla.
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