Pasó más de una década hasta que Laura fue capaz de verbalizar lo que le había pasado. Desde la violación no pudo con su vida. Literal. Ni una sola relación amorosa. Un cambio brutal de su manera de relacionarse. Solo imaginarse con un hombre le producía un rechazo atroz. Hasta que a los veinticinco años no pudo más. Hasta entonces, en cada reunión familiar se encontraba con su agresor. La baja autoestima, la falta de confianza y el miedo son los tres parámetros sobre los que intenta sobrevivir una persona que sufre abusos sexuales.
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