En ocasiones, el oficio de ilustrador se asemeja al de domador: hay que inventar un lenguaje específico, reducido, de baja intensidad, para convencer a una especie que no tiene bien desarrollada la capacidad idiomática (en el plano gráfico). Se requieren dotes de persuasión y negociación: «Y solemos carecer de ellas». «Por norma general, los diseñadores que conozco carecemos de dotes comerciales. Es algo que nos marca. Nos sentimos muy frustrados. La culpa no es solo del cliente, también es nuestra por falta de confianza, por no expresar cómo..
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